De insomnes

El búho de Minerva despliega sus alas al anochecer.
Hegel

No pegar los ojos durante la noche es, para la mayoría, una fastidiosa pesadilla. Un sentir desagradable no sólo por el arrebato de las horas de sueño sino porque, en los momentos más críticos, la experiencia se antoja interminable. Inoportuno e irritante, el insomnio dota a la noche de una densidad extraña. Es transfigurador del instante en eternidad y catalizador de ráfagas de murmullos interiores que, tras esperar calladamente durante el día, eligen el crepúsculo para ser escuchados.

Lo que para algunas personas es tan sólo el transcurso de un día en otro, para otras es una zozobra delirante. No obstante, a pesar de que el desvelo es una experiencia ampliamente eludida en la actualidad, a lo largo de la historia existieron fieles que, por diversos motivos, buscaron impacientemente las noches en vela.

Me acuerdo de Perec

Un homenaje a Perec en su cumpleaños. Bon anniversaire, cher Perec !

Me acuerdo de que Georges Perec murió tan sólo cuatro días antes de cumplir los cuarenta y seis el 7 de marzo de 1982.

Me acuerdo de que la primera vez que lo leí me cautivó su inefable alegría hacia las listas. Para él todo razonamiento es una categorización: pensar es clasificar.

Me acuerdo de que me causaba conflicto hacer un homenaje que siguiera tan de cerca al homenajeado. Luego recordé que Perec era un entusiasta de la reinvención de los trabajos de los otros. Él mismo lo hizo en La vida instrucciones de uso siguiendo muy de cerca a Flaubert.

Pauline Oliveros, Ear Piece (1998)

  1. ¿Estás escuchando ahora?
  2. ¿Estás escuchando lo que estás oyendo ahora?
  3. ¿Estás oyendo mientras escuchas?
  4. ¿Estás escuchando mientras oyes?
  5. ¿Recuerdas cuál fue el último sonido que oíste antes de esta pregunta?
  6. ¿Qué oirás en el futuro inmediato?
  7. ¿Puedes oír ahora y también escuchar el recuerdo de un sonido del pasado?
  8. ¿Qué te hace escuchar?
  9. ¿Te oyes en tu vida diaria?
  10. ¿Tus oídos están sanos?
  11. Si pudieras oír cualquier sonido que quisieras, ¿cuál oirías?
  12. En este momento, ¿estás escuchando sonidos o sólo estás oyendo?
  13. ¿Qué sonido es el más significativo para ti?

De una forma u otra, la primera preocupación de toda música es destruir la indiferencia en el oír, la indolencia en la sensitividad, para crear ese momento de solución al que llamamos poesía; nuestra rigidez se disuelve cuando renacemos -en cierto sentido, cuando oímos por primera vez-.

Lucia Dlugoszewski

El aplauso o el gozo de la interrupción

Algunos se quejaban de que nadie aplaudía; otros lo piden cada mañana. Ese gesto celebratorio, sin embargo, pertenece al ámbito de la música clásica —no al de la vulgar política— y se inventó en el siglo XIX, momento durante el cual no dejó de despertar cierto recelo entre los grandes maestros, como muestra este ensayo.

“Tercera llamada, tercera”. Tras ocupar nuestros lugares se instala un silencio expectante entre el público que sólo interrumpirá nuestro aplauso. Un aplauso al que podremos recurrir en momentos específicos de la noche aunque la emoción demande lo contrario. Sería embarazoso, por no decir repudiable romper el ritmo de un movimiento con un gesto de aprobación fuera de tiempo. Por eso, la etiqueta tácita recomienda a quienes desconocen la estructura de las piezas, observar si el resto de los asistentes aplauden antes de hacerlo por cuenta propia.

Aunque parezca extraño, esta fórmula que hoy se repite casi sin excepción en cada concierto de música clásica, es un invento decimonónico. Hace unos 250 años, las orquestas rara vez se oponían a los silbidos, gritos y aplausos que llegaban antes de los compases finales. Para muestra, el testimonio del propio Mozart, quien en 1778 le envía a su padre una carta en la que relata el estreno de su Sinfonía n.º 31 en París:

Justo en medio del Primer Allegro llegó un pasaje que yo sabía que iba a gustar, y todo el público quedó extasiado. Hubo un gran aplauso. Como sabía el buen efecto que iba a causar el pasaje cuando lo escribí, lo volví a tocar al final del movimiento. Volvieron a aprobarlo. El Andante también fue bien recibido, pero el Allegro final me gustó especialmente […]. El público, como yo esperaba debido a su silencioso comienzo, se había hecho callar. Luego llegó el Forte que se hizo uno con el aplauso. Estaba tan encantado que después de la Sinfonía me fui al Palais Royal, me compré un helado, recé un rosario y me fui a casa.1

PRIMER TRATADO DE PRÓTESIS

En 1899, el mismo año que Sigmund Freud publica La interpretación de los sueños -que a la postre aparecería con fecha adelantada en su portada (1900)-, empieza a circular el primer tratado sobre prótesis, un trabajo ideado por Geroge Edwin Marks.

El Tratado sobre miembros artificiales con manos y pies de goma (A Treatise on Artificial Limbs with Rubber Hands and Feet), es una extensa obra, con más de ochocientas ilustraciones, cuyo objetivo es, como lo enuncia el propio autor, que «cualquier persona que haya perdido una pierna, brazo, pie o mano pueda encontrar un miembro casi idéntico al suyo».

En pleno cambio de siglo, Marks fue extensamente reconocido como el iniciador de una revolución protésica de la que dejan testimonio los cientos de cartas que se reproducen en la obra y que dan cuenta de los efectos transformadores de las muchas prótesis ahí registradas.